domingo, 3 de junio de 2007

RELATO. EL HOMBRE IDEAL




Antes de acostarse, quiso ella escuchar las palabras de su compañero, otra vez.

- Háblame de nuestro amor Arturito.
- Eres la flor más hermosa que jamás haya nacido en la tierra. Una mujer de verdad, donde la dulzura, la feminidad y la ternura se dieron encuentro para crearte. A tu lado, ni la más famosa de las estrellas del cine, pueden pararse. Tu caminar, es el exquisito glamour personificado. Y yo soy, el ser más dichoso de la tierra porque, estoy a tu lado.
- ¡me gusta cariño! Pero, porqué no me dices lo mismo… ¿con una canción?
- Como desees. Por tu felicidad entregaría mi cuerpo a las llamas sin dudar un instante. –Arturo se abandonó el cómodo sofá para llegar al piano. Estiró sus dedos y comenzó a cantar.

Mi mundo era ciego hasta encontrar tu luz. Hice míos tus gestos tu risa y tu vozzz. Tus palabras tu vida y tu corazón.
El amor de mi vida, has sido Túuuuu. El amor de vida sigues siendo túuuuuu. Por lo que más quieras no me arranques de tiiiii. De rodillas te digo, no me dejes asiiii.


Ciertamente el adecuado tono, el exquisito ritmo e incluso los particulares gestos se asemejaban lo indispensable a Camilo Sesto, su vocalista original. La melodía transportó a su amada al dulce Xanadú. Pareja perfecta. Jamás tuvieron una discusión importante, en siete años de convivencia, más Ángela se encontraba aburrida de aquello.

Acertar la edad de Arturito, sería harto difícil, pero debía rondar los treinta y pocos. Aspecto atlético. Rostro alargado de rasgos finos. Cabello castaño. Piel cetrina. Un ama de casa perfecta, solía tener el hogar impecable antes de que Ángela volviese de la oficina. Extremadamente culto, lector voraz, insaciable. Políglota. Consumado pianista y aceptable saxofonista de blues, que a veces, para agradar a su compañera, tocaba acarameladas melodías al piano, mientras le recitaba poemas completos. Podía hacerlo por autor, por temas, por épocas, y trascribirlos en sus lenguas originales… pero no solía hablar de aquello. Acostumbraba a cambiar el gesto de su rostro al instante, pasaba de su habitual sonrisa, a la preocupación, con tan solo adivinar el ánimo que, del exterior escoltaba a su diosa. Era éste, un acto de extremada conmiseración y delicadeza, que solía encantarla. Arturito jamás pensó en otra mujer, ni un solo pensamiento de infidelidad a su relación, en siete felices años.

Ángela no lograba descifrar su angustia. El porqué traía colgado del rostro a la preocupación. Necesitaba disfrutar de su perfecto hogar y estaba dispuesta a todo, a cualquier precio.

Mientras contemplaba a su agradable galán, terminó el último sorbo de su cóctel. Apática y con el ceño fruncido le espetó.

- Me voy a la cama. Recoge las copas y termina con el lavavajillas. No soporto encontrarme por la mañana las cosas fuera.
- Como desees mi amor. –respondió mansamente, regalándole una sonrisa de ángel.
- ¡Sí! Sí. Hazlo y deja de mirarme con esa cara de bobo. Pareces tonto de capirote.

Arturito, sosegado, recogió los restos de cóctel y el cenicero de ella. Marchó a la cocina.
Momentos más tarde, Ángela trataba de conciliar el sueño y, molesta con el ruido de vasos, platos, sartenes se cubrió la cabeza con las mantas, mientras, a grito pelado exclamó.

- ¡¡dios santo!! ¡No le soporto más! En cuanto me entreguen el pago del ático, ¡me compro otro ROBOT! Y esa descarada de Cristina, y su amiga, la correveidile de Carmen, JAMÁS volverán a reírse de mí. ¡¡Tendré un modelo de androide más moderno que ellas!!


Miércoles, 30 de mayo de 2007

Autor: Juan Manuel, alumno de campuscrea de Jeréz.



















1 comentario:

Ainvar, hombre libre dijo...

ME ENCANTA ERES UN GENIO